Jesús: ¡Ay de aquel que comulgue indignamente!



Aquel que venga a Mí no padecerá más hambre. Yo, Jesús, os hablo.

Hijos Míos, Soy Jesús de Nazaret quien os habla. Soy el Pan de Vida que ha bajado del Cielo y quien come de este Pan vivirá eternamente. Yo, Jesús, os hablo.

Pero hijos, el Pan Celestial de Mi Divino Cuerpo Eucarístico se debe comer en condiciones adecuadas, porque lo mismo que vosotros no tomaríais un alimento putrefacto, Yo tampoco quiero entrar en almas llenas de inmundicia en las que el alimento celestial no sirve para nada, porque para recibirme se debe tener el alma limpia totalmente de pecados mortales y de odios y rencores que son venenos letales para la vida de vuestras almas. Yo, Jesús, os hablo.

No creáis que porque vayáis a comulgar ya estáis en la senda de la Vida Eterna. No hijos, no,  porque quien no comulga con el alma limpia de podredumbre, de adulterios, de pornografía, de juicios temerarios y demás, no solo no comulga Conmigo sino que pone más barreras para distanciarse de Mí. Yo, Jesús, os hablo.

Que os digan lo que quieran los sacerdotes que no catequizan según el Magisterio de la Iglesia, Yo, Jesús, Sumo y Eterno sacerdote, os digo por enésima vez, que ¡ay de aquel que comulgue indignamente! ¡Ay de las madres que consintieron que sus hijas abortasen! ¡Ay de aquellos sacerdotes que dan luz verde a todas las almas en pecado, olvidándose de Mis Santos Mandamientos!

Por tanto hijos Míos, id al confesionario y soltad el lastre inmundo que anida en el alma y cuando lo hayáis hecho, entonces venid a recibirme a Mí que Soy Pan de Vida y Yo os recibiré con todo Mi amor. Yo, Jesús, os hablo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.



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