El caso Amenta o el nombramiento de sospechosos de abuso



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(...)Mons. Amenta no era una figura menor: era un auditor de prelación (juez) de la Rota romana, el tribunal de apelación judicial final de la Iglesia. (No tiene, gracias a Dios, jurisdicción sobre los casos de abuso). También parece que era conocido por la policía, habiendo sido denunciado por presuntos actos obscenos y hostigamiento en 1991 y 2004, respectivamente. (No fue acusado)


Si esto fuera un acto aislado, no sería tan grave. Pero sugiere una cultura en algunos sectores de la Iglesia, que todavía no toma el abuso lo suficientemente en serio. Incluso un examen superficial habría demostrado que el nombramiento de Mons. Amenta debería haberse retrasado al menos hasta que las cuestiones (de 1991 y 2004) se hubieran investigado adecuadamente.


Este no es el único caso de diligencia básica omitida. El Obispo Juan Barros niega todas las acusaciones de que hizo la vista gorda ante el abuso. Pero en esa historia, también, vemos el mismo error antes de designar a alguien para un puesto de autoridad. Lo mismo aplica para otros casos. El año pasado, por ejemplo, un diplomático del Vaticano fue retirado de su cargo en Washington, DC, después de que las autoridades estadounidenses y canadienses abrieron investigaciones sobre presuntos delitos de pornografía infantil.(...)


Las autoridades del Vaticano, incluido el Papa, deben demostrar al mundo que la protección de los niños no incumbe sólo escuchar a las víctimas. Escuchar es, por supuesto, necesario, pero igual de importante es hacer algo con respecto a lo que escuchas. Pregúntele a cualquiera en Roma y le dirán que quieren ver el final de los escándalos de abuso sexual. Sugiera a la Congregac. para la Dictrina de la Fe sobre la mano de obra, los recursos y la autoridad necesarios para que esto se lleve a cabo y obtendrá una respuesta mucho menos entusiasta.

El caso del Sr. Amenta, https://religionlavozlibre.blogspot.com.es/2018/02/otro-mariconazo-juez-vaticano-acusado.html   horrible en sí mismo, podría haber sido una oportunidad para mostrar iniciativa (en este sentido). En lugar de que se le permitiera sólo renunciar, y confirmarlo a la prensa cuando le fue solicitado, debería haber sido inmediatamente y públicamente retirado de la Rota. Su juicio canónico debería proceder ahora con toda la celeridad posible, y debería tener el mejor abogado canónico que pueda encontrar para su defensa. 


Mientras se respeta la confidencialidad del proceso, el veredicto también debe publicitarse adecuadamente. 

Es hora de que el Vaticano hable un poco menos sobre la justicia y la ponga por obra.