Vergüenza a los sacerdotes descuidados con la Eucaristía





Brian Williams

"¿Por qué el sacerdote mantiene sus dedos índice y pulgar juntos después de la consagración?" Sin duda es una pregunta que algunos católicos se preguntan a medida que un número creciente de sacerdotes regresan a esta práctica litúrgica tradicional.


La respuesta es simple. Lo hacen por amor a Nuestro Señor. Lo hacen para evitar la pérdida de partículas eucarísticas por descuido. Y aunque las rúbricas para la nueva Misa no lo requieren, más sacerdotes están adoptando la práctica histórica que se requiere en la Misa tradicional.


Respondiendo a esta misma pregunta hace unos años, el p. John Zuhlsdorf (blogger Fr. Z) explicó que:


... lo que el sacerdote está haciendo, al mantener su índice y pulgares juntos, es consistente con lo que las rúbricas han requerido durante la Misa después de la consagración. Los sacerdotes todavía están, en forma extraordinaria, obligados a mantener el índice y los pulgares presionados juntos por las "yemas", por así decirlo, para que ninguna partícula reconocible que pueda haberse adherido a los dedos caiga fuera del corporal (el paño extendido sobre el altar en el cual descansan el cáliz y las Hostias). Esta es también la razón por la cual, después de la consagración, el sacerdote debía mantener su mano tanto como fuera posible sobre el corporal.



Esta es también la razón por la cual es bueno durante la Misa cuando se descubre el cáliz para que el sacerdote frote suavemente sus dedos y pulgares sobre éste, por el simple hecho de dejar que las partículas caigan en el cáliz en vez de en otra parte. Se vuelve habitual y no requiere esfuerzo ni demora hacerlo.


En pocas palabras: cuando ve a un sacerdote manteniendo sus dedos índices y pulgares juntos después de la consagración, y hasta la purificación (siguiendo la distribución de la Comunión), lo hace para evitar la pérdida de partículas. Lo está haciendo por amor.


Esta es también la razón por la cual es imprudente que los sacerdotes toquen la cabeza de los niños o hagan el signo de la cruz en la frente de alguien con el dedo índice cuando salen durante la Comunión. Manteniendo las yemas de los dedos juntas, puede impartir su bendición sin arriesgarse a la profanación de la Eucaristía.


Primero, tiene sentido. Segundo, es lo que hacen los sacerdotes.

Algunos objetarán que esta práctica parece quisquillosa o incluso, escrupulosa.
Respondo diciendo que las partículas reconocibles siguen siendo el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad del Señor. Creo que la Eucaristía merece nuestro cuidado y atención.
Él concluye con este argumento convincente:

Soy un pecador, pero cuando vaya ante el Señor para su juicio, no me dirá que fui descuidado con Él durante la misa. Vergüenza a los sacerdotes que son descuidados.


Esperemos que más retornen a esta venerable práctica. Proteger la Eucaristía de la profanación debería ser algo que practiquen todos los sacerdotes, independientemente de la forma o el Rito.


No digamos nada de los laicos que comulgan en la mano y peor aún, en pecado mortal