En la Iglesia no se respeta a los sacerdotes santos





MENSAJE DEL DÍA 1 DE ABRIL DE 1995, PRIMER SÁBADO DE MES,
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

LA VIRGEN:

"Hijos míos, os empiezo diciendo: Oración, oración y penitencia. Satanás está suelto en el mundo. Hijos míos, unid vuestras oraciones, vuestras lágrimas y vuestros dolores, vuestros sufrimientos, a mi dolorido Corazón. Con Satanás hay varios secuaces para apoderarse del mundo: el secuaz de la soberbia; el secuaz de la lujuria; el secuaz del adulterio; el secuaz de la envidia; el corruptor de los pueblos; el secuaz del desenfreno, hija mía; y el secuaz de la tibieza adormece a las almas y las entibia y las dirige para donde quiere. Y esas almas se dejan conducir por las manos del enemigo; abandonan la cruz por los placeres y los goces del mundo.


Mi Corazón tiene una herida muy profunda, hija mía, por esos movimientos modernos que suavemente se van infiltrando en mi Iglesia santa para confundir la doctrina y para destruir la palabra de Dios. A muchas iglesias las han convertido en (sitios de)recreo con la "tapadera" de confirmaciones y preparaciones. No hay respeto al tabernáculo. ¿Cómo no va a estar triste mi Corazón, si muchos de los hombres que están manejando la Iglesia no respetan a los sacerdotes santos? 


Se ha perdido todo el pudor en el mundo, ¿cómo no voy a llorar, hija mía, y cómo no va a estar triste mi Corazón?


Los que tenéis fe, hijos míos, no os dejéis arrastrar por los deslumbramientos del mundo y por las vanidades del mundo; permaneced en Cristo, y Cristo permanecerá en vosotros.


Qué mala formación y qué uso hacen de mis iglesias, diciendo que catequizan a las almas, hija mía; las preparan para el mundo, hija mía, no para Dios. ¿Cómo no va a estar triste mi Corazón?, si en muchos seminarios, ya te lo he dicho, hija mía, no preparan a las almas para el servicio de Dios, sino para que los sirvan: les gustan los halagos. Te lo he repetido muchas veces: las comodidades, los halagos y el mundo, en muchos seminarios, son triunfadores. Yo quiero almas entregadas a Dios, no entregadas para idolatrar a los hombres. 


¡Qué tristeza siente mi Corazón, porque quiero pastores de almas; pastores que den su vida por las ovejas! Por eso sufro, hija mía, porque en muchos lugares, esas almas salen de los seminarios idolatrados y mundanizados. Necesito almas fuertes, hija mía, almas víctimas que reparen los pecados de todas esas almas.

Sé fuerte, hija mía. ¡Si supieran los hombres lo que mi Corazón los ama, resbalarían por sus mejillas lágrimas de gozo y alegría! Se mofan de mi Obra muchos de los que se llaman cristianos, ¡qué tristeza siente mi Corazón!...
Si Yo les digo que les daré el ciento por uno... ¡cuántas almas ya han recibido el ciento por uno y están gozando de la divina Presencia y de la divina Majestad de Dios!

AMPARO: Te pido por Mª Luisa, Madre mía, ¡llévala contigo!

LA VIRGEN:

Hija mía, ya te lo dije ayer: cuando hoy doblen las campanas, en el cielo estarán tocando a gloria por su entrada triunfal; gracias a tantas gracias como ha recibido en este lugar. No te entristezcas, hija mía, alégrate, hoy está gozando de Dios; ¡mayor premio!, hijos míos.


Se hace poca oración y poco sacrificio, y el mundo está necesitado de oración y de sacrificio. Los hombres se ríen de la Palabra de Dios. ¡Ay, cuánto rechinar de dientes y cuántos llantos habrá el día del Juicio final!

Amaos los unos a los otros, hijos míos. Acudid a este lugar, que Yo derramaré gracias sobre vosotros para que os conservéis fuertes en la fe y ante las tempestades del enemigo.

Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos y tantos pecados como se cometen en el mundo.(...)


Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.